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martes, 2 de septiembre de 2008

Pago al Club de París… pero al fin: ¿Quiénes son los enemigos del pueblo?


por Jorge Marchini * (especial para ARGENPRESS.info)

La noticia del pago total de la deuda pendiente de Argentina por U$D 6.700 millones con el Club de París utilizando reservas del Banco Central ha sido inesperada, y de allí la importancia de tratar de interpretar sus significados y derivados.

La Presidenta Cristina Kirchner afirmó que “este pago pone a todas las empresas que pueden obtener financiamiento en los países que integran el Club de París en una pole position, que hasta ahora no tenían inversores tanto nacionales como extranjeros, con inversiones radicadas aquí” (EL CRONISTA, 3/09/08), reflejando la ilusión que el gesto intempestivo es un acto de afirmación de independencia, genarará tranquilidad en los mercados, reducira tasas de interés y permitirá el acceso a nuevos fondos del exterior .

Seguramente con mucho mayor realismo que el discurso presidencial, el influyente diario financiero internacional Financial Times interpretó inmediatamente que la medida “no hará nada para mejorar el acceso a los mercados financieros internacionales (3/09/08, en nota con el muy indicativo título: “Vuelta en U de Argentina en el pago de deuda”). Por su parte, el gobierno de EEUU, país que recibirá el 7% del pago anunciado, afirmó estar “complacido”, pero señaló que se trata de “un primer paso”. Esperando trabajar con Argentina en la “normalización con todos los acreedores externos y con la comunidad financiera internacional” (LA NACION, 3/09/08)

Siendo tan directas y sin eufemismos las opiniones de voceros de la banca mundial y Washington, resultan entonces llamativas opiniones desde ámbitos del campo progresista, tales como las de Alfredo Zaiad en su articulo “La Confianza” (Página 12, 3/09/08), al suponer que la medida estaría justificada y hasta podría llevar a “ganar espacio para retomar el control de la política monetaria”.

Las líneas argumentales utilizadas por el reconocido columnista son sorprendentes, ya que pueden dar sustento no sólo a conclusiones equivocadas, sino, y mucho más serio, a generar aún más confusiones en la mayor parte de los argentinos que sólo escuchamos hablar de miles de millones de dólares, pero que intuitivamente, y creo que con razón, suponemos que el anuncio de pagar sin expectativa previa alguna y sin discusión una cifra gigantesca – equivalente a más del 12% del gasto público nacional presupuestado para el año 2008-, no es el primer paso para “frenar el embate de organismos, consuloras y bancos internacionales”, sino todo lo contrario.

Por lo pronto, resulta evidente sólo con leer declaraciones que el establishment local y externo aplaudió la acción de pagar y sólo ha opuesto críticas de forma y, sí requiere ahora mayores ajustes y “previsibilidad a los mercados “ . Entre los adherentes se incluyeron ogros habituales de diatribas presidenciales como el FMI o el mismísimo Domingo Cavallo, el mayor endeudador con el Club de París en la locura especulativa de 2001 como ministro de Fernando de la Rua . De todas formas, el analista se anima a interpretar que el apoyo condicionado y las mayores demandas de los sectores conservadores serían provocados por “una herida en el alma narcisista” al haber sido decidido el pago millonario por “un gobierno de peronistas ‘populistas’ aliados de Hugo Chávez”.

Sin duda la psicología puede dar campo a variadas interpretaciones, pero al menos reconozcamos que en relación al Club de París estamos hablando de dinero y no de sentimientos. El mismo gobierno K argumentó durante años que era primero preciso atender otras prioridades de un país que había quedado “devastado por la crisis financiera”, y ahora ya ni siquiera se negocia un refinanciamiento a plazos de deudas en su mayor parte cuestionadas, sino que decide pagar sorpresivamente todo lo adeudado ya que “puede permitirse destinar el 14 por cientos de las reservas” ¿pero quién cambió el comportamiento? ¿el gobierno o los acreedores? ¿Plantea el columnista entonces el reflotamiento de un famoso argumento del imborrable ministro Juan Carlos Pugliese, pero esta vez al revés: le pagamos con dinero a sus bolsillos y ellos nos responden con su corazón?

Aun más remarcable es el análisis critico de Zaiad a quienes denomina el “ progresismo que se siente cómodo en la oposición“. El reconoce que el dinero podría “haber tenido un destino más justo que pagar la deuda externa”, pero inmediatamente afirma que la cuestión “es más compleja que la demagogia”. Pondera en primer lugar una descalificación por antecedentes, seguramente con la mira de Claudio Lozano y varios sectores que tuvieron posiciones de apoyo o al menos confusión en la disputa en los últimos con el campo. Señala con certeza que en el reciente duro conflicto con el campo podría haberse también implicado la atención sobre un “programa de reindustrializacón o mejorar la redistribución de la riqueza”, pero que los mismos referentes que hoy critican votaron contra el aumento móviles de dercehos de exportación ”.

Por lo pronto, estoy seguro que somos muchos los que tomamos una posición de defensa de los tributos que “intervenían en rentas extraordinarias” y ahora, y no en forma contradictoria, criticamos la decisión del gobierno de dar un nuevo viraje para responder a más presiones Sin duda, se equivocaron quienes en la larga disputa de los últimos meses se ubicaron junto con la Sociedad Rural o creyeron que era irrelevante lo que ocurría a nivel popular por tratarse sólo de un confrontación entre sectores dominantes : la derrota no fue sólo del gobierno y a no dudar, generó el fortalecimeinto de una tónica más reaccionaria. El propio gobierno aportó confusión en el conflicto con el campo y también lo hace ahora con el Club de París-, al clamar principios en discursos, para luego justificar hacer lo contrario por “realismo ”.

Zaiad presenta una perspectiva muy llamativo cuando caricaturiza a quienes creen que hay otras prioridades más urgentes que el pago total al Club de París, al endilgar que “no evalúan, por ejemplo, el impacto negativo en el frente monetario y en los precios que se inyectara semejante cantidad de recursos en el mercado doméstico de una vez”. Resulta notorio que acompaña el argumento otra vez en boga, más afín al tradicional pensamiento neoclásico (neoliberal), que el aumento de precios tiene base central en presiones de la demanda por el mayor consumo. Pero más allá que, la inflación debiera dar lugar a otro debate especial, sobre todo ahora que en el gobierno se asienta también la idea que los salarios son causales centrales de mayores costos y carestía : ¿realmente cree Zaaid que el único uso posible para las reservas cuando no existe contrapartida presupuestaria es el pago a acreedores? . Ya técnicamente: ¿cómo puede pensarse que, a excepción de los giros sin respaldo a acreedores la utilización de divisas sólo puede generar monetización?

La polémica no quita entidad al planteo actual que no tiene ni sentido ni prioridad alguna usar reservas del Banco Central a las disparadas para hacer un pago ni siquiera previsto por los acreedores sólo a base de una ilusión errada . Este paso ya ha provocado inmediatamente más exigencias y fragilidad, sobre todo en en un contexto mundial tan frágil, como bien describe Zaiad, de la “peor crisis bancaria desde el crac del 29”.

Es preciso señalar claramente que con en este nuevo pago por enojo, a la manera como también se hizo con el FMI a fines de 2006, es el mismo gobierno que “abonó el terreno para la embestida de la ortodoxia y de bancos de Wall Street junto a calificadores de riesgo” y que paga un muy caro lastre que, aún en el mejor de los escenarios, le hará sobrevivir cada vez con mayor deterioro y no podrá “aflojar la presión”. Ya en forma inmediata los tenedores de bonos “hold-outs”, es decir quienes no aceptaron en su momento la quita de deuda renegociada luego de la crisis, han tomado este nuevo antecedente para fortalecer sus demandas.

A no dudar que la situación política y económica de Argentina es muy compleja. En todo caso, si coincidimos que las disputas por delante son difíciles pero seguimos confiando que los verdaderos procesos políticos y económicos deben ser populares, es necesario demandar que un analista inteligente como Alfredo Zaiad no ayude a introducir más confusión.

* Profesor Titular de Economía de la UBA. Miembro de Economistas de Izquierda (EDI)

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