por Emilio Marín (LA ARENA)
Lo único que se podría admitir de la decisión presidencial sobre el pago total de la factura pendiente al Club de París es que fue tomada en secreto y no trascendió antes del anuncio. Nada más.
Se supone que un gobierno nacional y popular utilizaría un día emblemático como el 2 de septiembre, conmemorativo de la industria, para anuncios de recuperación de resortes de ese rubro para el patrimonio nacional. Por ejemplo, que el petróleo y el gas volverían a ser de los argentinos, en vez de enajenados en poder de Repsol, Petrobras y Pan American Energy. O que la Fábrica Militar de Aviones pasaba otra vez a manos del Estado, poniendo fin anticipado a la concesión a la estadounidense Lockheed, para pensar en la reparación de aviones y también en la fabricación de los mismos y otros productos industriales que salieron de esas matrices.
O, en una jugada impensada en términos del kirchnerismo -tan propenso a novedades como el pago al Club de París-, el anuncio de referencia pudo haber sido siderúrgico. ¿Qué tal si, siguiendo los pasos de su amigo Hugo Chávez, la presidenta anunciaba una reestatización de lo que fue Somisa, entregada a Techint en los ´90? Los laminados y chapa que salen de la planta de San Nicolás-Ramallo siguen siendo un insumo esencial para la industria, para las terminales automotrices y en general para el sector metal-mecánico, que presume de aportar el 20 por ciento de la mano de obra industrial.
Sin embargo nada de eso ocurrió este 2 de septiembre. Hubo un anuncio sorpresa de pago al club de acreedores que lleva el nombre de la capital de Francia, por 6.706 millones de dólares. Estados Unidos, Alemania, Francia, España e Italia están entre los principales beneficiarios del decreto y que, llamativamente, los popes del campo como Luciano Miguens apoyaron con énfasis (¿dónde habrán quedado sus críticas a los decretos del PEN como la resolución 125, cuando clamaban que todo fuera al Congreso?).
Es muy significativo que Cristina Fernández haya hablado por la cadena nacional para informar eso ante centenares de empresarios en el Día de la Industria. Les quiso presentar una prueba de que el gobierno va a normalizar la relación con los organismos financieros internacionales, para que supieran que el Estado y las empresas privadas van a volver a gozar de créditos de ese origen. ¿Pero qué tipo de industrias aspiran a contar con esos préstamos? No son precisamente Pymes sino monopolios nacionales y extranjeros como Techint, Ledesma, Aceitera General Deheza, Minetti, Arcor, Pampa Energía, Grupo Ezkenazi, Socma, Irsa, etcétera.
El gesto de la jefa de Estado tuvo un destinatario bien preciso: la capa superior de la gran burguesía industrial, que ella insiste en confundir con la burguesía nacional. Como si la familia Rocca, dueña de Techint, que extrae plusvalía a 50.000 empleados en Argentina y varios países del mundo, fuera una burguesía con resabios patrióticos.
Pagar toda la factura a París fue también algo pensado para distender la relación con Washington. Es lo que aconsejó hace unos días en Buenos Aires el subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon.
Algunas diferencias
La suma que Cristina tomará de las reservas de libre disponibilidad para pagar a aquellos acreedores extranjeros supone más de 20.000 millones de pesos. Como quedó dicho, si los acreedores se sienten satisfechos podrían reanudar la tramitación de créditos para grandes empresas locales, aunque es posible que -aprovechando la buena onda presidencial- pongan una segunda condición. Querrán que se mejore la situación de los bonistas que quedaron afuera del canje de papeles.
Se pueden contrastar esos 20.000 millones de pesos con los 1.700 millones que el Banco Nación ha aprobado prestar en 2008 a las Pymes. Mercedes Marcó del Pont, su titular, expresó su esperanza de que al final del año lleguen a 2.000 millones. Faltará en ese caso un cero y algo más para igualar el trato hacia el Club de París y los grandes industriales que aplaudieron ayer de pie la novedad en la Casa Rosada.
¿Acaso el gobierno nacional no dedicó más atención a los emprendimientos pequeños y medianos? Sí. El lunes de esta semana envió al jefe de Gabinete Sergio Massa, el ministro de Economía Carlos Fernández y el de Trabajo Carlos Tomada a compartir el acto de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Pero esos industriales tampoco tienen un programa medianamente avanzado como el de la CGE de las décadas del ´60 y ´70. Al titular de CAME, Osvaldo Cornide, una de las cosas que más le interesa es elevar la cotización del dólar para favorecer "la competitividad" a la hora de colocar nuestra producción en el extranjero y dificultar la competencia de mercaderías de otros países. Sólo secundariamente coló demandas de mayor financiamiento oficial a las Pymes y a tasas más bajas.
El mismo Cornide era uno de los que más aplaudió el anuncio de pago al Club de París, en el Salón de la Rosada, parado junto a Jorge Brito, presidente del Banco Macro. Si estos son los defensores de la industria argentina...
Por su parte la cúpula de la Unión Industrial Argentina no dejó pasar esta fecha tan cara a su actividad para bajar línea en contra de los aumentos salariales. "En salarios se deberían dar por terminadas las discusiones y los aumentos sólo se tendrían que dar por productividad" manifestó Oscar Guardianelli, titular de la Unión Industrial de Córdoba y ejecutivo del grupo Arcor.
Son monopolios
El historiador Felipe Pigna ha llamado la atención sobre que el festejo oficial del Día de la Industria homenajea a una primera exportación de tiempos virreinales que en realidad habría encubierto un contrabando a Brasil. Escribió que en la carabela San Antonio, que salió del fondeadero del Riachuelo, y disimuladas en bolsas de harina "viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula".
En tal caso, y en condiciones del monopolio comercial español en esos tiempos, tal supuesto delito tendría un marco histórico diferente a los que cometen grandes empresas en la actualidad y en la mayoría de los casos quedan impunes. Una excepción es la multa que el gobierno impuso, por un total de 308 millones de pesos, a las cementeras Loma Negra, Juan Minetti, Cementos Avellaneda, Cementos San Martín, PCR y Asociación de Fabricantes de Cemento. Este lote se habría repartido negocios, actuando en forma cartelizada, para cobrar sobreprecios al Estado.
Si se repasa la lista de las 1.000 empresas que más vendieron en 2007 (revista Mercado, junio de 2008), se verá que para acceder a esas posiciones líderes se han empleado mecanismos poco transparentes como subsidios del Estado, devaluaciones, exenciones impositivas, franquicias, créditos a bajo interés, reintegros, adelantos del Banco Central y un largo etcétera sin olvidar las apropiaciones del capital social vía privatizaciones y concesiones.
El ranking lo encabeza Techint, con ventas por 59.554 millones de pesos, y ya se citó el negocio de 1992 que le permitió adueñarse de Somisa. Sólo con Tenaris ganó 500 millones de dólares en el primer trimestre de este año. La devaluación favoreció a este grupo exportador, que al mismo tiempo vio licuarse sus deudas, pesificadas. Un proceso similar vivió Clarín, ubicado en séptimo lugar entre los conglomerados, con una facturación de 4.384 millones de pesos.
En el puesto 14 de los grupos está el Macro, con ventas por 2.954 millones. Se entiende por que Brito aplaudía tan entusiasmado anteayer: pudo levantar un emporio quedándose con los bancos oficiales de Salta y Misiones, el Suquía, etcétera.
Otro de los que festejaban era Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat, que colocó a un ex directivo suyo, Fernando Fraguío, como secretario de Industria. La producción de vehículos llegará este año a 650.000 unidades, según Fraguío, batiendo todos los récords.
No vaya a pensarse que a los argentinos esa mayor producción le saldrá gratis: Fiat goza en Córdoba un subsidio del gobierno por 15 millones de pesos anuales en concepto de pago de salarios, más el dinero de exenciones impositivas, descuentos del precio de la energía, otros servicios y obras públicas puntuales para su fábrica en Ferreyra. Las Pymes no tienen esas ventajas y son argentinas. Las cooperativas y las empresas recuperadas por sus trabajadores, como el Bauen Hotel, Zanón, Junín Salud, Gráfica Patricios.
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